La mujer que invetó el primer telescopio submarino

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La mujer que invetó el primer telescopio submarino

feb. 10-1

Por: Va de Barcos- Blog.

Hace unas semanas tenía lugar en el astillero de Navantia Cartagena el cierre del casco resistente del submarino S-81, Isaac Peral, hito fundamental en la construcción de un submarino ya que éste queda constituido como buque completo. Si fue difícil que a Isaac Peral se le reconociese todo su mérito como inventor del submarino, todavía más desconocido es el papel de la inventora que allanó el camino a la llegada e implementación de uno de los elementos más representativos de ellos: el periscopio.

Sarah Mather (1796-1868) fue una gran inventora estadounidense que el 16 de abril de 1845 patentó el primer telescopio submarino, una versión mejorada del aquascopio o batiscopio (dispositivo sencillo de visión subacuática que permite ver hasta donde la claridad y la luz alcancen), y antecesor del periscopio tal como hoy lo conocemos.

A pesar de haber sentado las bases de lo que en un futuro vendría a cambiar la importancia y versatilidad del arma submarina, apenas hay datos biográficos sobre ella. El Diccionario Biográfico de la Mujer en la Ciencia (“The Biographical Dictionary of Women in Science”, Marilyn Bailey Ogilvie, Joy Harvey y Margaret Rossiter, 2000), sugiere que Sarah se casó y tuvo, al menos, una hija, pero no aporta más detalles sobre sus contribuciones en el campo de la óptica y la física, amen de no encontrarse imagen alguna de ella y de desconocerse las fechas exactas de su nacimiento y muerte.

El periscopio que nosotros conocemos es un instrumento óptico con forma de tubo que permite, gracias a la utilización de prismas o espejos y basándose en la ley de la reflexión de la luz, la observación de una zona inaccesible a la visión directa, haciendo posible que alguien que está oculto en una trinchera, en un submarino que se desplaza bajo la superficie o en cualquier otro espacio pueda “ver sin ser visto” o, al menos, sin ponerse al descubierto. Hoy en día suelen permitir la observación en 360º mediante un volante situado en su parte inferior, permiten la observación a gran distancia mediante lentes de gran aumento, y pueden contar, además, con sistemas de geolocalización y otros avances.

En cualquier caso, son varios los usos que se le dan a este invento, y no se limitan al ámbito militar. Si bien se emplean en los submarinos para observación de aviones, estimación de distancias para un ataque, introducción de datos en sistemas de tiro o lanzamiento de torpedos, navegación por marcaciones costeras en inmersión e incluso navegación astronómica en inmersión, también se utilizan para llevar a cabo investigaciones e incluso en el ámbito de la publicidad, para obtener imágenes cuando no se cuenta con un fácil acceso al objetivo o bien para fotografiar actos multitudinarios.

La primera noticia que se tiene de la aplicación de un instrumento óptico para la observación sobre un impedimento que obstaculiza la visión data de 1864, cuando Thomas Doughty, ingeniero de la Marina de los EE.UU., empleó un tubo de hierro y unos espejos a bordo de un barco fluvial en la expedición al río Rojo, durante la Guerra de Secesión estadounidense. Realmente Sarah le llevaba años de ventaja, pero una vez más quedaba relegado el lugar de la mujer en la historia oficial.

Patente 3995 por el Telescopio Submarino y Lampara. 1845

La patente de Sarah de 1845 rezaba: “la naturaleza de mi invención consiste en la construcción de un tubo con una lámpara unida a un extremo del mismo que puede ser hundido en el agua para iluminar objetos, y un telescopio para ver dichos objetos y hacer exámenes bajo el agua (…)”. Y ahondaba en sus posibles usos sin tener en cuenta ningún uso de tipo bélico: “la lámpara y el telescopio se pueden usar para diversos fines, tales como el examen de los cascos de los buques, para examinar o descubrir los objetos bajo el agua, para la pesca, la voladura de rocas para despejar canales y otros”. Palabras de las que se desprende que Sarah ni se imaginaba el grado de sofisticación que alcanzaría su ingenio, llegando a ser una pieza clave en la investigación (hoy en día existen telescopios submarinos que tratan de detectar y capturar neutrinos de alta energía o incluso materia oscura para tratar de explicar el origen del universo) y en el desarrollo de la industria naval.

Una patente posterior (patente Nº 43465 por la “Mejora en los telescopios submarinos”) le fue concedida a Sarah el 5 de julio de 1864 y, aunque, como decíamos, nunca tuvo la intención de darle un uso militar, su invento fue muy útil para la detección de la actividad subacuática de los Confederados durante la guerra. Entre estas mejoras se encontraban, en primer lugar, un cambio en el sistema de iluminación que evitaba que la lámpara se apagara por las fuertes presiones subacúaticas, y, por otro lado, un juego de espejos dobles permitía mayor amplitud de visión sin tener que mover la lámpara o el telescopio.

Patente 43645 por la Mejora en los Telescopios Submarinos. 1864

Quizá la aplicación que resultaba más atractiva en un primer momento de entre todas las descritas era el examen de los cascos de los barcos sin necesidad de buzos o de tener que varar el barco, por la reducción de costes que podría permitir, ya que ambos eran procedimientos muy costosos, pero el hecho de que las posteriores versiones permitiesen calcular la distancia a los objetos observados y su tamaño fue lo que llevó a este invento a cambiar para siempre el papel que desempeñaron las armas marítimas en las guerras posteriores tras ser implementados en los submarinos de múltiples marinas, principalmente la estadounidense en aquel momento, aunque también se extendió su uso en tierra ya que permitía que los soldados usaran los periscopios para visualizar el entorno mientras estaban ocultos en las trincheras.

Tras la invención y mejora de su telescopio submarino, los pasos de Sarah se perdieron para siempre, pasando a engrosar esa extensa lista de mujeres inventoras desconocidas a pesar de la influencia en la sociedad y el curso de la historia que supusieron sus inventos. Sarah ocupa un importante y, por desgracia, exclusivo lugar en el muy reducido grupo de mujeres que poseen la titularidad de alguna patente: durante la década de 1840 sólo se concedieron 14 patentes a mujeres en EE.UU., y la mayoría estaban relacionadas con la indumentaria y la cocina.

Se cree que murió el 21 de junio de 1868 y, aunque también se cree que pudo sobrevivir gracias a su invento, murió sin que las mujeres hubiesen sido aceptadas como tripulantes o trabajadoras de cualquier campo relacionado con la actividad submarina de cualquier índole, a pesar de que fue una de ellas la que, con su ingenio, contribuyó a ampliar increíblemente sus funcionalidades y a impulsar su uso como arma, aun sin pretenderlo.

La Armada Real Noruega fue pionera en este campo al en permitir el acceso de las mujeres como tripulantes de sus submarinos en 1985, convirtiéndose la capitana Solveig Krey en la primera comandante de un submarino del mundo en 1995. Le siguieron Australia, Canadá y España. En marzo de 2000, las primeras cinco mujeres accedían al curso de especialización de la Escuela de Submarinos en Cartagena, rompiendo así la última barrera en lo que a incorporación de la mujer a todas las unidades militares españolas se refería. Alemania permitiría su acceso en 2001, y tendrían a su primera oficial en 2014. No fue hasta 2011 cuando se les permitió a las mujeres acceder a este área en la marina estadounidense y en la Royal Navy británica. Por su parte, Japón todavía acaba de admitir a la primera mujer en la academia de submarinos de Hiroshima el pasado mes de enero, y Holanda acaba de permitir también el acceso de las mujeres como tripulantes de submarinos tras un estudio para determinar si debían establecerse nuevas normas de convivencia en ellos.

Actualmente hay 35 mujeres entre un total de 333 tripulantes en la flotilla de sumergibles de nuestra Armada, según datos oficiales, lo que supone un 10,5 % del total, algo por debajo del 12,7 % que suponen las mujeres en el conjunto de los efectivos militares españoles (cifra de 2018).

En julio de este mismo año, se espera que la presencia femenina en el arma submarina dé un simbólico salto adelante, ya que está previsto que se gradúe la primera oficial de la Escuela de Submarinos, lo que se considera como la prueba de que la presencia de las mujeres se va extendiendo, por fin, a los mas altos niveles de las escalas de mando. Sin restricción.

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