Canal del Dique, vía fluvial para un comercio centenario

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Canal del Dique, vía fluvial para un comercio centenario

enero 31- 1

Por: Revista Pórtico, Grupo Puerto Cartagena.

Casi cuatro siglos atrás el gobernador interino, don Pedro Zapata de Mendoza, vio en el Canal una obra vital para Cartagena; sin embargo, quienes comerciaban con recuas de mulas protestaron porque se quedarían sin oficio ni beneficio, e incluso algunos advirtieron del “peligro” que implicaba para la ciudad porque, una vez en la bahía, el agua del canal podría inundarla… Desde entonces ha motivado un agudo debate hidráulico, ambiental, naval y socioeconómico, aunque de forma unánime los interesados reconocen la importancia estratégica de esta vía fluvial para el país.

Además del creciente intercambio de mercancías entre la Nueva Granada y España durante la colonia, la construcción del Canal del Dique fue impulsada por la necesidad de abastecimiento para los barcos mercantes y los galeones que regresaban a la metrópoli. La justificación de la obra estaba en los beneficios económicos y de seguridad, evidentes al comparar con los caminos de la época.

Posteriormente y a lo largo de su historia, ha sido objeto de múltiples excavaciones, profundizaciones, rectificación de curvas, construcción de diques y espolones; además de otras intervenciones que incluyeron la apertura de una compuerta en el río Magdalena, posteriormente arrasada por una creciente. Incluso su primera canalización de tiempos modernos fue efectuada con maquinaria empleada en la construcción del Canal de Panamá.

Así, en sus 115 kilómetros de longitud desde Calamar hasta la bahía de Cartagena el Canal del Dique ejerce influencia sobre una población cercana al millón y medio de personas, riega tres departamentos y más de 20 municipios, que lo emplean como vía de comunicación y fuente de agua potable. Una vez se desprende del Magdalena y enrumba hacia el occidente, funciona como un brazo del río, cuyas ventajas radican en la posibilidad de incrementar el traslado multimodal de carga, ofrecer alternativas a las vías carreteables y reducir el costo de los fletes internos con absoluta seguridad para la carga. De hecho, después del Magdalena es la segunda vía fluvial de transporte de hidrocarburos en Colombia, aunque también ha sido empleado para movilizar granel sólido, carbón y contenedores.

Y tiene una desembocadura cambiante

En la actualidad, a todo lo largo del Canal, convoyes de planchones navegan o reposan amarrados en la orilla, con sus voluminosos pero discretos vientres realizan recorridos desde Barrancabermeja y dotan con materia prima la industria petroquímica cartagenera. A modo de locomotoras fluviales, cuya apariencia evoca el cansino trabajo de los vapores del siglo XIX, los remolcadores que les empujan constituyen una romántica pero vigorosa imagen de las posibilidades de transporte por el Canal.

Asimismo, entre bocatomas, oleoductos y líneas de interconexión eléctrica, múltiples viajeros lo recorren por tramos en canoas o lanchas motorizadas; algunos se desplazan entre las cabeceras municipales, otros viajan rumbo a Cartagena desde las Islas del Rosario y emplean esta vía como alternativa para evitar las mareas.

El Canal del Dique es uno de los complejos de humedales más importantes del país y plantea un desafío para el desarrollo regional del siglo XXI

Revista Pórtico: Una visión 2020.

Por su parte, con sacos de arena, piedras o concreto, cuando se llega a una cabecera municipal las márgenes del Canal aparecen reforzadas; lo cual permite observar las zonas que el agua inunda sistemáticamente con cada creciente del río Magdalena. Por eso, la discusión actual versa sobre el manejo hídrico de todo el complejo acuático (incluida la construcción de esclusas, compuertas o presas requeridas), el control de la sedimentación aportada a la bahía de Cartagena, y la conservación de la biodiversidad; desde luego, en dicho debate entran diversos sectores de la nación.

Entre tanto, antes de llegar al final, y como acontece en casi todo el recorrido, frondosos árboles beben en la orilla del vasto cuerpo de agua y múltiples reses aprovechan la inmensa cosecha de mango silvestre, mientras se protegen de la canícula. La ganadería es la actividad productiva preponderante en la región, y la pesca sólo forma parte del sustento básico.

Una vez en la bahía, el estuario se manifiesta en el notorio cambio de aguas. Entre tanto, los antiguos buques de vapor, así como Pasacaballos y sus ferrys han quedado atrás. Sin embargo, en medio de su constante inyección de agua dulce y sedimentos, el Canal del Dique sigue siendo uno de los complejos de humedales más importantes del país y continúa planteando un desafío para el desarrollo regional del siglo XXI: mitigar su impacto ambiental, mantener su navegabilidad y –simultáneamente– garantizar su sostenibilidad.

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