Dominar el mar desde el cielo con los satélites Sentinel

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Dominar el mar desde el cielo con los satélites Sentinel

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Foto tomada de: Naucher Global

Las necesidades específicas de la operativa marítimo-portuaria dependen de los satélites que recolectan información concreta y precisa de los océanos y la atmósfera. Cada vez más. Entre el lanzamiento del Envisat en 2002 y del Sentinel-6 en 2020, ha habido un salto tecnológico que ha incrementado el volumen y complejidad de los datos. Por eso, los expertos aconsejan que el sector promueva la capacitación interna para acelerar la incorporación de estos servicios y tecnologías en la operativa diaria.

La constelación de satélites Sentinel del Programa Copérnico, liderado por la Comisión Europea y en colaboración con la Agencia Espacial Europea, ha revolucionado la manera en la que las agencias públicas recolectan datos. Antes de la puesta en órbita del Sentinel-1 en 2014, satélites como el Envisat, de ocho toneladas de peso y equipado con sensores para medir la atmósfera, los océanos, el suelo y el hielo, ha sido sustituido por satélites especializados en observar fenómenos concretos para ganar en la cantidad y calidad de la información obtenida.

El Sentinel-2, por ejemplo, se diseñó para monitorizar la superficie de la Tierra y el más reciente, Sentinel-6 (también conocido como Jason-CS), para medir las consecuencias que producen los cambios en el nivel del mar.

Investigación y conocimiento

“Cada satélite Sentinel cuenta con sensores específicos que recolectan unos datos que han crecido en volumen y en complejidad. Una vez procesados facilitan una aplicación operativa que antes solo era posible con satélites comerciales privados. Ahora, estos datos son de dominio público y están contribuyendo a una mayor investigación y conocimiento”, explica a PierNext, Laia Romero, directora de operaciones de isardSAT y directora de Lobelia Earth.

Además de especializarse, los satélites han ampliado su rango para obtener otras variables como la concentración de diferentes gases en la atmósfera. “Hace doce años no existían satélites que midieran la concentración de gases de efecto invernadero en el aire. Esto, sin embargo, cambió en 2009 con el lanzamiento del satélite Gosat, de la Agencia Japonesa de Exploración Aeroespacial”, recuerda Oleg Demidov, CEO de CarbonSpace, una plataforma satelital para la observación de la huella de carbono.

Esta startup fusiona datos obtenidos de satélites de diferentes agencias internacionales con aquellos recolectados por sensores terrestres. La combinación de diversas fuentes, modelos matemáticos y de Inteligencia Artificial permite estimar la huella de carbono de diferentes áreas terrestres, desde campos y bosques hasta ciudades, regiones y países.

Identificar plásticos en el mar

Utilizar satélites para cartografiar el nivel de la superficie del mar está más justificado por la dificultad de fijar sensores que puedan permanecer inmóviles en la superficie. El cielo también ofrece su cobertura total, especialmente la tecnología radar que atraviesa las nubes para, por ejemplo, identificar plásticos en el mar.

“Con los satélites, obtenemos una foto de la realidad, una observación neutral de lo que está sucediendo y nos permite, por ejemplo, a nivel climático, estudiar la subida del nivel del mar. Esta observación genera conjuntos de datos muy amplios sobre lo que está sucediendo y a partir de aquí realizar previsiones o estudiar posibles riesgos”, afirma Romero.

La participación de la Organización Europea para la Explotación de Satélites Meteorológicos (Eumetsat) en Sentinel-6/ Jason-CS permite poner a disposición de Puertos del Estado datos como la altura de las olas y la velocidad del viento, que permite realizar predicciones oceánicas a tiempo real para la gestión sostenible del litoral, medio ambiente o la seguridad marina.

Aplicaciones en el sector marítimo-portuario

Los datos satelitales tienen un papel destacado en la operativa, seguridad e infraestructura portuaria, así como en el diseño de modelos de monitoreo y predicción oceanográfica. Puertos del Estado incorpora estos datos en sus modelos de predicción del oleaje y predicción del nivel del Mar, “como punto de partida o para corregir o aproximar un modelo matemático concreto a la realidad”, explica Romero, que conoce de cerca el proyecto ya que isardSAT ha participado en el desarrollo del Sentinel-6/Jason-CS.

Obtener datos sobre la erosión de la costa o los oleajes pueden anticipar las decisiones que tomará un puerto a nivel de infraestructuras. “Combinados con modelos de inteligencia artificial nos permite detectar cuándo se superan ciertos umbrales o saber qué zonas precisan de una mayor monitorización porque pueden ser vulnerables a riesgos climáticos”, argumenta Romero.

“La actividad portuaria tiene necesidades muy específicas que requieren un elevado nivel de detalle”, continúa. Es, además, muy susceptible a eventos extremos. En el caso de producirse una erosión en el litoral como consecuencia de un temporal, el departamento de infraestructuras deberá calcular cuántos metros cúbicos de arena puede mover. Y esta respuesta es más sencilla de obtener mediante datos captados desde el aire.

El camino hacia la gestión a tiempo real

A nivel operativo, los satélites también permiten observar posibles cambios en el estado del fondo marino provocados por el oleaje, identificar barcos o restringir el acceso de aquellos de mayor tamaño. A nivel estratégico, los datos obtenidos permiten calcular costes y desarrollar una estrategia de planificación.

No obstante, para que los satélites tengan un papel más preponderante en la operativa diaria deben incrementar la frecuencia de paso para conseguir que esta gestión pueda ser a tiempo real y no puntual, como sucede ahora.

En el caso de CarbonSpace, que utilizan los datos en abierto de satélites como OCO-2, de la NASA o Sentinel-5, Demidov explica que están colaborando con varios puertos en el diseño de una solución comercial que permita hacer frente a los retos que su CEO enumera: la necesidad de contar con datos que provengan de un número importante de fuentes (internas, satelitales, terrestres, de los barcos, etc.) y entrenar a los modelos para convertir la información en datos de carbono.

Datos de más de dos años

“También sería interesante que los puertos pudieran obtener este conjunto de datos con una antigüedad mayor a los dos años actuales, que no representa un histórico lo suficientemente sólido para la toma de decisiones”, opina Demidov. La directora de Lobelia Earth afirma que este incremento en el volumen y complejidad debería apoyarse con la capacitación interna para acelerar la incorporación de estos servicios y tecnologías en la operativa diaria.

Romero explica, finalmente, que la tendencia iniciada por la constelación de satélites Sentinel continuará vigente. “El llamado sector del ‘nuevo espacio’ está promoviendo nuevas misiones a diferentes niveles. No solo por parte de las grandes agencias, sino de distintos agentes. Esto sucederá más a menudo en el futuro y lo importante es que este volumen no nos paralice sino que incorporemos los distintos servicios como una oportunidad”.

Fuente: Naucher Global

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